Comenzando el avivamiento

 "Comenzando el avivamiento"


1 de Reyes 18:39: “Cuando todo el pueblo vio esto, se postró y exclamó: ¡El Señor es Dios, el Dios verdadero!”

Recibí una invitación a participar de una encuesta que preguntaba: ¿que necesita Dios para producir un avivamiento? Entre las op ...ciones que se presentaban, estaban estas cuatro: un pastor, un grupo de gente dispuesta, una iglesia en particular, un hombre que crea y este dispuesto a todo.

Y me hizo pensar en mi vida. Así que recurrí al manual divino para analizar cual fue la metodología que Dios utilizó para generar un avivamiento en la Biblia. Y encontré estos principios.

Un avivamiento es necesario cuando la comunidad se aleja de los parámetros de Dios. Cada avivamiento fue precedido por un período de oscuridad y alejamiento de Dios. Pecados reiterados e indiscriminados, falta de conciencia, autojustificación, ofensas cotidianas a la santidad divina. Algo que es bastante común hoy en día. Solo basta mirar un poco a nuestro alrededor para encontrar estos signos.

La consecuencia fue un movimiento popular que regresa a las personas a una personal relación con Dios. Es impactante ver como el avivamiento va tomando fuerza y se expande con poder. El resultado es una fiesta espiritual, poder de Dios, frutos a granel, crecimiento y gloria.

Pero el inicio del movimiento es complejo y simple a la vez. Ningún avivamiento comenzó por generación espontánea o por la imposición de alguna campaña publicitaria. Siempre comenzó con un hombre que crea y esté dispuesto a todo. Con alguien que tuvo la sensibilidad de ver el error, la apatía y la comodidad en la que estaba y se comprometió él a comenzar a cambiar.

Esdras, Nehemías, Elías, Pablo y tantos otros primero reconocieron su pecado (aunque en muchos casos eran pecados de otros), clamaron a Dios por limpieza y se comprometieron a seguirle. Cuando comenzaron, estaban solos. No tenían garantías de generar un movimiento que funcionara. No tenían ningún apoyo. No tenían influencias. Pero tenían una sola cosa: La convicción que Dios puede generar un milagro si solo existe una persona dispuesta a comenzarlo. Y ellos lo hicieron.

Hoy vivimos días de apatía, de indiferencia y de comodidad. Dios no ha perdido su poder. Lo mantiene intacto. Solo está esperando que se levante un hombre o una mujer que crea y esté dispuesta a todo.